La piel necesita la luz solar para sintetizar la Vitamina D, fundamental para el sistema oseo, músculos y la asimilación de minerales. Pero la luz ultravioleta también puede tener efectos muy negativos para nuestro organismo. La radiación solar no solo afecta a las capas externas de nuestra epidermis, sino que penetra en los tejidos más profundos donde puede producir lesiones pigmentarias, afectar a los responsables del sostén y calidad de los tejidos y provocar daños en el ADN de las células. El resultado es una pérdida en la elasticidad, formación de arrugas, manchas y engrosamiento de la dermis y la epidermis.